La Reliquia: Infidelidad no consentida (Spanish Edition) by Julián Torres & Catalina Castro

autor:Julián Torres & Catalina Castro
La lengua: spa
Format: mobi
publicado: 2022-07-29T22:00:00+00:00

9

Eran muchas las consignas catastrofistas que se habían vaticinado tras la entrada al nuevo milenio. Más ninguna se había cumplido. Era ya el segundo día del año dos mil y ni tan siquiera las menos alarmistas, como el colapso de los ordenadores por incompatibilidades con la fecha, habían resultado ser ciertas. Isabel se alegraba de ello. Siempre le habían parecido todas esas hipótesis una tontería.

Aun así, para la toledana la entrada en el nuevo milenio había sido poco halagador. Había llegado a casa de madrugada, apenas media hora después de su marido. Se había ido directa al baño para darse una ducha, sin siquiera dirigirse a José que se había quedado en el sillón de la sala dormido mientras la esperaba. Se duchó a consciencia enjabonándose varias veces todo el cuerpo, el pelo y el interior de su vagina y ano, para quitarse toda la inmundicia de esa noche vieja que jamás olvidaría.

Isabel tardó varios minutos en vaciar el interior de su culo de semen, pero tras el exhaustivo proceso de limpieza se sintió más relajada y purgada. El alcohol no la dejó ser completamente consciente de lo que había pasado, pero el día siguiente fue muy distinto. A la fuerte resaca hubo que sumar los remordimientos y el sentimiento de culpabilidad. Y todo ese duelo tuvo que llevarlo en silencio delante de su familia. Sin duda el primer día del año fue un infierno para ella, y casi hubiera preferido una invasión alienígena como las que decían que ocurrirían. Hubo momentos en los que Isabel tuvo que ir al baño para volver a asearse las partes pudendas o la boca, como si un sentimiento de repugnancia la persiguiera todavía. Una sensación que tenía nombre. Juan. No fue hasta esa misma noche en la que Isabel insistió a su marido que eyaculara dentro de ella, hasta en dos ocasiones, cuando verdaderamente desterró ese sentimiento de impureza.

Pero el segundo día del año era diferente para Isabel. Había puesto su embarazo y la situación laboral de José como principales ingredientes en sus pensamientos. Por la tarde hablaría con el ginecólogo para afianzar la primera idea, pero ahora había quedado con Patricio para la segunda. El timbre no tardó en sonar.

La toledana fue hasta la entrada con un vestido blanco de manga alta con piezas de fruta impresas que reflejaba su estado de ánimo de ese día. Llevaba gruesas medias blancas y zapatos bombas de gamuza negro con tacón bajo. El pelo lo llevaba con una diadema roja y muy liso, como una colegiala de los años ochenta. Cuando Isabel abrió la puerta a Patricio con sus siempre inconfundibles trajes de alta gama, en este caso azul marino, le puso cara seria y le dejo entrar sin saludarle.

El señor Sánchez entró sin demasiado convencimiento ante la fría bienvenida.

-¿Tu marido y tu hija no están?

-Ya te he dicho por teléfono que se han ido a visitar a la tía de José, como cada año -le recordó ella con cara de pocos amigos -. Está muy mayor y es prácticamente la única familia por parte paterna que le queda a Laura.

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